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Por Padre Edduar Molina E.

Desde mi Parroquia

José Gregorio y Madre Carmen constructores del bien por Padre Edduar Molina E.



Desde mi Parroquia

José Gregorio y Madre Carmen constructores del bien por Padre Edduar Molina E.

El pasado martes cuatro de noviembre en el palacio de la Gobernación del Estado se celebró un acto especial de las autoridades civiles estadales, en homenaje a los dos ilustres venezolanos, recientemente canonizados por el Papa León XIV, Madre María Carmen Rendiles y el Dr. José Gregorio Hernández, inscritos en el santoral de la iglesia católica.

Además de reconocer la labor misionera de sacerdotes y religiosas, laicos comprometidos con la salud, cultura y educación del país, el acto sirvió para compartir el discurso de orden de nuestro Arzobispo Metropolitano Monseñor Helizandro Terán.

En sus palabras pudimos no solo admirar a plenitud la semblanza de dos seres al servicio de la caridad en Venezuela, sino que además nos ofreció el paradigma de sus vidas como respuesta de fe que nos lleva al compromiso por la patria, la sociedad y la familia que tanto amamos.

La reflexión inicial que nos hizo fue sobre el “llamado a la santidad”, entendida como imitación de Cristo. Todo “un camino, un proceso real y auténtico. que nos va transformando y modelando para hacernos semejantes a Cristo…” aseveró.  

Las vidas de Madre Carmen y José Gregorio Hernández son testimonio vivo de que la santidad es posible, sabiendo responder desde la libertad y el servicio. De la primera, recordó su consagración sacramental, ese sentimiento de unión al Señor en todo momento, en especial en los momentos de adversidad, sufrimiento y enfermedad. Podemos definirla como “mujer eucarística”; aquella mujer con una humildad tan grande, y un deseo permanente de ser de Dios. Su testimonio de fe, humildad y servicio nacido en medio de la adversidad se eleva ahora como ejemplo universal. Su vida demuestra que la santidad florece en lo cotidiano, en el trabajo sencillo, en la oración perseverante y en el amor silencioso que se ofrece sin esperar recompensa, dijo.

Otro de los rasgos que resaltó fue su servicio a la educación, como una de las prioridades, en especial de los más pobres. Con obras de gran valía como la fundación de un hogar para niñas pobres en La Parroquia, hoy Colegio “El Rosario”. Madre Carmen marcó el sistema educativo del país con ese carisma de formar a niños y jóvenes, no sólo desde el espíritu del conocimiento académico e intelectual; también la formación humana cristiana como fundamento filosófico de la Congregación Siervas de Jesús.

Resaltó el Arzobispo las virtudes heroicas de Madre Carmen, como la humildad, la obediencia, la pobreza y la valentía para negarse a sí misma para que Dios sea presente en ella. Valentía de una mujer que parecía minusválida por la falta de un brazo. Nació sin él, y jamás le hizo falta.

En su ideario Madre Carmen afirma: “Ya le dimos todo al Señor para que Él disponga, nos de la vida larga o corta, salud o enfermedad, que donde nos pongan, donde nos manden, nos sea igual, porque estamos cumpliendo la voluntad de Dios” [1].

De la vida y obra de San José Gregorio abarcó dimensiones fundamentales de su espiritualidad, con sus manifestaciones de amor, de fe, de solidaridad y ayuda y atención al prójimo.

El ciclo vital de Hernández (1864-1919) abarcó acontecimientos convulsos en una Venezuela rural, destruida por tantas guerras internas por el poder político; caudillos que por obtener el poder no les importaba el dolor y la miseria de la gente.  Una Iglesia de su época que apenas iniciaba su recuperación después de haber sido reducida a su mínima expresión institucional, gracias a la política anticlerical del general Guzmán Blanco. Una Iglesia en medio de una sociedad influenciada por el positivismo anticlerical, y con la mano férrea de gobiernos dictatoriales.  Todo esto no menguó el sueño de San José Gregorio de transformar a Venezuela. Al contrario, se entregó con verdadera pasión y compromiso por hacer que el país estuviese a la altura de otros países en lo se refiere a la salud pública, dedicando años a la vida académica e investigación científica.

Otro aspecto fue la del hombre de Dios, para el médico trujillano la santidad es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por amor a Dios. Vida marcada por un amor oblativo que sabe descubrir en el rostro del pobre el mismo rostro de Cristo. Bien puesto tiene el nombre que le ha dado su pueblo: “el médico de los pobres”. Su labor iba más allá de la simple consulta, fue símbolo de esperanza, humanidad y justicia social, precisó.

Hernández también vivió la experiencia de búsqueda de la realización interior. En 1908 cruzó el Atlántico para entrar en la Santa Orden de San Bruno, en la Cartuja de Farnetta, Italia.  Asl regresar ingresó al Seminario caraqueño. A las tres semanas, sin embargo, abandonó también el seminario. Hasta discernir que su verdadero sacerdocio era la medicina.  Hombre de fe profunda y sabiduría, fue un profeta que denunció la injusticia.  En tiempos de la pandemia, conocida como la “gripe española”, formó parte de la Junta de Socorro, para educar a la población, pues cada día aparecían falsos remedios que la gente se inventaba. Su voz se hizo presente: “Lo que está matando a tanta gente no es la gripe propiamente dicha, sino el estado de absoluta pobreza y miseria en que viven la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con escasas o ningunas condiciones de higiene, muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis”[2].

El Dr. Luis Razzeti, no creyente, gran amigo y compañero de trabajo, reconoció la grandeza de José Gregorio con estas palabras: «Fue médico científico al estilo moderno: investigador penetrante en el laboratorio y clínico experto a la cabecera del enfermo; sabía manejar el microscopio y la probeta, pero también sabía dominar la muerte y vencerla. Fue médico profesional al estilo antiguo: creía que la medicina era un sacerdocio»[3].

Pidamos a nuestras santidades nos ayuden en nuestro caminar de fe; que podamos ser fuertes ante las adversidades; que intercedan por los enfermos; por los médicos y todo el personal sanitario para que sean instrumentos de vida; por los educadores para que vivan con alegría el apostolado en las aulas de clase.  Pedimos por los pobres para que tengan una vida digna; y que nos ayuden a construir la auténtica fraternidad de los hijos e hijas de Dios nuestro Padre. 

 

Mérida, 17 de noviembre de 2025



[1] Cf. M. CARMEN RENDILES, Ideario 1903-1977, p. 17

[2] Cf. https://Venezuela inmortal.com/cuando-la-gripe-española-azota-a-venezuela/

[3] Cf. J. DUPLÁ A. CAPRILES, Op. Cit., 146.