Mérida, Septiembre Lunes 29, 2025, 07:13 pm
Una furia juvenil está recorriendo diversos lugares del mundo. Desde Nepal hasta Indonesia, pasando por Filipinas, Bangladés y Sri Lanka, los jóvenes asiáticos han reaccionado en los últimos meses contra la corrupción y la desigualdad. Las convocatorias han llegado en las últimas semanas también a América Latina.
En Perú, las recientes movilizaciones de rechazo contra la presidenta, Dina Boluarte, su Gobierno y el Congreso, bajo el lema 'El pueblo se levanta, día del despertar peruano', tuvieron como protagonistas a los jóvenes. El domingo 28 de septiembre, llegó el turno de Paraguay, uno de los países más corruptos de América Latina, según el Índice de Percepción de la Corrupción 2024 elaborado por Transparencia Internacional.
Los manifestantes llegaron hasta el centro de Asunción en respuesta a una convocatoria difundida en redes sociales por la autodenominada 'Generación Z', que llamó a congregarse a las afueras del Congreso Nacional y a recorrer las calles de la capital. La protesta se convocó con el lema 'Somos el 99,9 %. No queremos corrupción'.
"Hay mucho cansancio por parte de la gente joven ante la corrupción estatal, el mal manejo del Estado, el nepotismo descarado. Todos los días se ve que en el sector público ingresan los parientes, las personas relacionadas con los políticos. Eso causa mucha frustración y mucha rabia, así como la ausencia de políticas adecuadas. Mientras se generan atenciones médicas partidarias por parte del partido de Gobierno, no hay insumos en los hospitales. Hay una rabia muy grande ante la cooptación de la política del Estado por parte del narco", comenta a DW desde Paraguay Lilian Soto, política y feminista.
La frustración de los jóvenes paraguayos no es nueva. Una de las protestas más sonadas tuvo lugar en 2015. Bajo el lema 'UNA, no te calles', surgió una revuelta contra las irregularidades de la Universidad Nacional de Asunción. En 2017, un grupo de manifestantes incendió el edificio del Parlamento nacional luego de que se aprobara un proyecto que habilitaba la reelección presidencial en Paraguay. "La juventud paraguaya siempre estuvo activa en las calles. Las protestas no paran”, subraya Lilian Soto.
Paraguay es un país del que los medios internacionales informan poco. Ahora está en el foco por las protestas vinculadas a los movimientos de países asiáticos impulsados por las convocatorias en redes de 'Generación Z', con la utilización de de elementos visuales propios de la cultura del fandom anime y consignas sobre libertad, anticorrupción e injusticia. "La cobertura para países como Paraguay solo se da cuando se llegan a extremos. O por el potencial de que se pueda llegar a extremos, como lo ocurrido en Nepal”, dice a DW David Riveros, experto en desarrollo internacional, tecnología cívica y anticorrupción, que fundó el movimiento reAcción en Paraguay.
"Hay mucho desconocimiento del mundo, mucho silencio sobre Paraguay”, concuerda Lilian Soto. Esta falta de atención mediática tiene sus riesgos: "Los jóvenes asumen que se puede replicar lo que consideran ‘éxitos', como el caso de Nepal, únicamente si se llegan a extremos, sin requerir mínimos de organización en los movimientos, lo cual me parece un autosabotaje desde el inicio”, prosigue David Riveros.
En un mundo en el que se sabe en cuestión de segundos lo que ocurre en el otro extremo del planeta, los jóvenes paraguayos conocen las movilizaciones, los símbolos, las consignas y los logros de protestas similares. "Hay información y comunicación sobre lo que sucede en otros lugares. Lo que es nuevo en esta protesta de jóvenes en Paraguay es la forma de organizarse”, subraya Lilian Soto.
Las redes ardieron tras las protestas en Asunción, denunciando una represión violenta por parte de las fuerzas de seguridad, con más de 30 arrestos. "Asistieron entre 500 y 1000 personas y hubo un despliegue de más de 3.000 policías, que cazaron de a una a las personas cuando ya se dirigían a su casa”, denuncia Lilian Soto la desproporción del despliegue.
"Hubo operaciones de persecución policial en redadas en las que la fuerza pública salió a cazar manifestantes sin orden de procedimiento, sin actas, sin debido proceso, dejando detenidas a las personas más de doce horas, sin presencia de un fiscal, con claros ejemplos de abuso de fuerza", valora, por su parte, Leonardo Berniga, para quien el despliegue tuvo una función ejemplarizante: evitar nuevas movilizaciones. La Policía, por su parte, ha defendido su actuación, diciendo que las detenciones fueron por "desórdenes” o por "agresiones contra agentes”.
(cp)